Éste se trata de un FANFIC de género Romance y tragedia de la serie Harry Potter. Este es el 2ª Capítulo del contenido, para ver los siguientes tan sólo le tendréis que dar click en el título que deséeis del índice. Sino te gusta esta temática o la serie te aconsejo que entonces no sigas leyendo, ¡Muchas gracias por leer y no olviden dejar un comentario para decir qué les ha parecido!
Resumen: Debido a que esta historia es muy larga, voy a haceros un pequeño resumen del contenido. La historia se basa en Harry Potter, sin embargo nuestros protagonistas son originales. Loga y Alexei además viven en un ambiente muy alejado al que se cierne la historia de Harry Potter; nos centramos en la época de Tom Ryddle cuando cursaba Hogwarts. Por lo que, salen personajes de la serie; pero éstos son muy pocos y más bien en su época más joven. También nos encontraremos con familiares de personajes que o bien son inventados o que han sido alguna vez nombrados en los libros.
La historia gira alrededor de ellos dos. Loga es una chica presumida, extrovertida y escandalosa, de la casa de Gryffindor. Mientras que Alexei es un muchacho tranquilo, frío y reservado, de la casa de Slytherin. Pero el choque continuo que hay entre ellos no es el verdadero problema de la situación; en el colegio comienza haber extraños acontecimientos; y es que, en realidad nadie sabe con detalles la historia trágica que envuelve el año en el que por primera vez se abrió la Cámara de los Secretos. Con el tiempo, nuestros protagonistas se verán envueltos en el problema sin darse cuenta y, mientras Alexei esconde un verdadero secreto que intenta ocultar al colegio, Loga es conducida lentamente hacia una trampa mortal de la cual jamás podrá salir.
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1 ª Unos malos inicios
2ª Disparates y más disparates
2: Disparates y más disparates : Alexei
Pasó la primera semana de la escuela, los alumnos se insertaron
en las clases como cada año. Todos a excepción de él. Aquel día sería el primero
que asistiría; la situación no le hacía mucha gracia, el hecho de faltar justo
la primera semana, sin duda coincidencia, atraería la atención curiosa de
algunos.
Exhaló un suspiro molesto mientras caminaba por el pasillo,
con la cabeza gacha y los hombros encogidos. Para colmo, la enfermera le había
entretenido y ahora debía interrumpir en mitad de la segunda clase. Con aquel
gesto de fastidio en el rostro, se desordenó el flequillo al mismo tiempo que
apoyaba una mano en la puerta para abrirla.
El profesor Albus Dumbledore daba sus clases de
Transformaciones cuando abrió. Arqueó una ceja al ver lo que se había
imaginado, mitad de clase por no decir que toda, había volteado la cabeza para
mirarle.
-
¿Otra vez enfermo, Bryant?-le chismorreó un conocido de
Slytherin.
-
Sí.-contestó con sequedad. Además, lo suficientemente
alto. Pasaba de que todo el mundo le estuviera preguntando lo mismo, ¿acaso no
se acostumbraban ya? Ya habían pasado dos largos años…
-
Adelante Bryant, la enfermera Rose ya me informó de que
llegaría.-le invitó el profesor con una leve sonrisa el cual él no le devolvió,
se limitó a obedecer y ocupar el primer asiento que había visto
libre.-Entonces, bien… ¿Por dónde íbamos? Deberíais probar los caramelos de…
-
Chstttt.-le chistó alguien prácticamente a su lado lo
que le impidió seguir escuchando la asignatura.
Parpadeó varias veces haciéndose el sordo. No tenía ganas de
hablar; haciendo algo de ruido con la mochila mientras sacaba el libro y los
materiales, le ignoró. Por desgracia, no se dio por vencido ya que le volvió a
chistar.
-
¿Qué?-contestó aguantando la irritación y volteando la
cabeza con ojos entrecerrados.
-
¿Se puede saber cuál es tu truco?
Abrió la boca y se pasó los dientes por el labio inferior.
Tenía por costumbre morderse el labio cada vez que algo le molestaba, pero
sabiendo que eso no era muy apropiado según que ocasión a veces conseguía
evitarlo; aunque siempre una vez que tenía ya el impulso. Al menos de esa forma
disimulaba y daba la impresión de que tan sólo se rechupeteara el labio.
Era Nicollin Lordwey. Un rubio grandullón que siempre tenía
ganas de meter las narices donde no debía. Era simple, el tamaño de Lordwey era
dos veces el suyo. No debía tenerlo de enemigo. Su nariz respingona como la de
un puerco, le repugnaba. Aunque quizá era porque había conseguido que le
tuviera manía; siempre, cada mes que faltaba le preguntaba lo mismo. Por las
notas podía verse que no era muy inteligente, pero tampoco había que serlo
mucho para recordar ciertas cosas.
-
Ya te dije, Lordwey. No hay ningún truco.-susurró con
una media sonrisa. Esa sonrisa falsa más bien parecía una mueca irónica.
-
Vamos, no es normal que faltes siempre cada mes. Esa
enfermedad rara que tienes no es normal.
Cerró los ojos y prefirió ignorarle dirigiendo la mirada de
nuevo al profesor que parecía bastante emocionado al tener un caramelo de color
limón en la mano; tanto que ni siquiera se daba cuenta de los chismorreos de
los de la mesa contraria.
Claro, encima en aquella asignatura los de Slytherin
compartían con Gryffindor. Sin duda, Rose había escogido el mejor momento.
Podía ver perfectamente de reojo como las miradas se le clavaban directas en
las heridas de su cara.
Bueno, no tenía tantas… No al menos en comparación con otras
veces. En la frente tenía una tirita, pero el flequillo largo casi que se la
tapaba y sólo tenía dos arañazos en las mejillas. A lo mejor lo que conseguía
destacar más era la venda del cuello. Él había preferido ocultarlo con la
bufanda del uniforme, pero al salir de la enfermería se dio cuenta que no la
llevaba y prefería no perder más clases.
-
¿Se ha pegado con alguien o qué?
<<No hables sino
tienes ni idea.>>. Los de su curso de Slytherin estaban más
acostumbrados, pero los de otras casas no y siempre había algún bocazas que soltaba
disparates.
Se convenció de que sólo serían las primeras asignaturas o
si tenía suerte, a lo mejor sólo era esa. Y tuvo que convencerse muchas veces,
porque la clase le pareció eterna. Aquel montón de gente encerrado en una misma
aula por tanto tiempo, tan cerca de él… Por momentos sentía estar rodeado de un
montón de pajarracos molestos que le picaban continuamente la cabeza.
-
Pruebe, usted, señorita. Suba y háganos la
comprobación, seguro que es capaz de darnos a todos una estupenda lección.-dijo
el profesor en algún momento en el que él se había despistado mirando hojas del
libro que ya se habían dado.
-
¡JÁ, Por supuesto!, no dude en algo así, profesor.
Esa voz repelentemente escandalosa y llena de tanta
superioridad le sonaba de algo.
<<Ah,
claro>> sentenció con gesto aburrido al levantar la cabeza,
apoyándola sobre una mano. Aquella loca de cabellos rubios con la que tuvo que
compartir vagón ese año en el tren. Los aires de presumida los seguía teniendo,
para colmo el resto no ayudaban mucho a bajarle del eslabón en el que se creía
estar. Al caminar por el pasillo uno que otro le silbaron con descaro, lo peor
de todo era que también lo hacían alumnos de Slytherin.
<<Me avergüenzo
de mi casa en demasiadas ocasiones.>>
-
Bueno, bueno, chicos. Ya basta, ni que no hubierais
visto a la señorita Prideoux nunca. Podéis elogiarla por otras cosas que no
sean sus dotes mágicos fuera de clase, ¿de acuerdo?-rechistó el profesor dando
palmadas suaves mientras miraba al frente.- Adelante, Prideoux.
Ella esbozó una sonrisa de seguridad. Miraba a todos con la
barbilla en alto, como si se encontraran muy por debajo de ella. Se lo tenía
tan creído… Sólo por eso, deseaba que ese hechizo le saliera mal y quedara en
ridículo delante todos. A lo mejor así aprendía a ser algo más humilde.
Pero no. Al realizar el hechizo pedido, ella convirtió sin
ningún problema aquel libro en un conejito blanco que tiritaba de miedo. Y no
sólo eso, sino que al hacerlo bien se mofó del resultado, abrazando al
animalillo con la lengua entre los dientes y diciendo una y otra vez
<<Soy genial, soy genial>>.
-
Bien, bien. Prideoux, puede sentarse, -aseveró el
profesor sin borrar la sonrisa en el rostro y palmeándole la espalda para que
marchara al asiento.- Creo que lo ha demostrado a la perfección. 10 puntos más
para Gryffindor.
Hubo un momento de aplausos y felicitaciones. La rubia
presumía su momento de gloria posando de forma estúpida como si fuera una
modelo ante una cámara fotográfica.
-
Oye, Prideoux, ¿Te gustaría dármelo?
Fue un comentario lo suficientemente bajo para que entre el
albedrío que se había formado nadie lo escuchara pero él sí lo había hecho.
Quién le había pedido el animal a la rubia se sentaba a su lado, así que no
había tenido más remedio. Al mirar hacia ellos vio como éste le había agarrado
de la túnica para hacer que se inclinara hasta él.
-
Ufufu, ¿Un Slytherin pidiéndome un favor?-se mofó ella
con una sonrisa diablesca.
<<Mala idea
hiciste en fijarte en ella. >> se rió en sus adentros.
La chica le entregó el animal con cierta brusquedad y acercó
el rostro hasta el suyo posando el dedo índice en sus labios. Por un momento
pensó que lo iba a besar.
-
A cambio, tendrás una gran deuda conmigo, Jeune Slytherin.
La sonrisa se le esfumó como el viento con aquello y bufó
arqueando una ceja. ¡Era tan estúpida esa forma de conseguir que cualquier
chico hiciera lo que ella quisiera! Como aquel regordete niño de Gryffindor. Le
repateaba que tuvieran tan poca voluntad y se doblegaran por tan sólo una cara
bonita.
Además, se resignaba a aceptar que la razón era que fuera
una chica Veela. Por el simple hecho de que para él no existía ningún tipo de
atracción.
Rechistó los dientes, molesto por tener que aguantar a su
alrededor aquellos presumidos de Gryffindor. La chica esa en realidad no era
una excepción, aunque sí que era de las que más daban la tabarra siempre en esa
clase en específico; que desgraciadamente tuvo que ser la suya. Sin embargo, en
general las clases compartidas con los Gryffindor era aguantar eso una tras
otra. Habían tenido la suerte en años anteriores al no compartir mucho con esa
casa, ya ni recordaba la mitad de ellos; pero aquel año había visto el horario
y habían decidido ponerlos más juntos. No entendía bien por qué, todo el mundo
sabía que ambas casas no se llevaban muy bien y eso no iba más que a causar más
peleas y estragos. Ya había pasado en varias ocasiones; siempre que una casa
ganaba demasiados puntos en frente de otra comenzaba la competitivad y con ello
los odios, acrecentando las enemistades.
-
Genial, encima tenemos dos seguidas juntos.-murmuró
hojeando el horario.
Herboristería también lo tenían con Gryffindor, ¿pensaban
que así conseguirían que se hicieran las
casas más amigas? Que equivocados estaban.
-
Bien, chicos. Ya ha terminado la clase.-anunció el
profesor dando un toquecitos con la varita en la mesa.- Recordad que los
invernaderos están en la parte Sur del Castillo, no os perdáis y tened cuidado
con el profesor Nicklet que no le gusta que lleguéis tarde.-dijo con calma
guiñando un ojo.
-
¿Cómo lo llevas, Alexei?-le preguntó un chico que había
estado sentado delante suyo.
-
Ah… Esto bien, lo de siempre.-contestó sin desviar la
mirada de su mochila.
-
Me alegro, oye. Bueno, marcho, eh.
Le siguió con la mirada hasta verle juntarse con un grupito
de amigos que empezaron a cuchichear. No le gustaba aquellas preguntas por
compromiso, pero no tenía otra que responder.
-
¡Ey, Alexei, ¿te vienes con nosotros?
Arqueó las cejas y se volteó. El mismo chico de antes se
había separado un poco de los demás para preguntarle.
<<Tsk, no me
miréis con esa cara de estúpidos.>>
En todos se les podía escribir en la frente “lástima”. Sí,
esa era la cara que le ponían. Sentían lástima por él, esos rasguños y su cara
rígida le debían dar pena. No sabía muy bien si catalogarlo como un acto de
bondad, pero de todas formas eso lo detestaba. Y así eran todos; siempre.
Era como si consiguiera adivinar lo que pensaran; o más bien
por qué todos sin excepción alguna repetían los mismos pasos una y otra vez. Él
enfermaba, ellos lo acogían en su grupo, terminaban cansándose de él y entonces
él volvía a enfermar. Y así se repetía de nuevo aquel círculo vicioso. A veces
incluso era el mismo grupo que anteriormente habían terminado ignorándole. En
parte lo entendía; siempre que le invitaban a unirse a algo si aceptaba era
para quedarse así de mero espectador, o quizá ni siquiera eso. No le gustaba
meterse en ninguna conversación, se mantenía en silencio y la verdad, la
mayoría de ocasiones ni les prestaba atención. Se convencía tanto de que tan
sólo se amistaban con él por beneficio que terminaba repeliéndolos.
Pero por otro lado le molestaba. Claro, porque quedaba muy
bonito a ojos de los demás ser amigo del pobrecito y enfermo Alexei Bryant, del
cual tenía una enfermedad tan grave que de vez en cuando debía faltar casi más
de siete días a clases y ésta era tanto aceptada por la enfermera que estaba a
su cuidado como incluso por el propio Director que estaba al tanto de todo. Hasta
había corrido el falso rumor de que él pagaba una tasa mucho mayor que la del
resto de alumnos para tener el privilegio de faltar a clase.
<<Dichosos
rumores falsos que vuelan como el viento>>.
Yendo por los pasillos, prefirió ir uno de los últimos
porque así evitaba los empujones y la gente ansiosa. Ralentizando el paso a
propósito, alguien le chocó por detrás, y eso a pesar de que habría jurado no
haber visto a nadie.
-
Uy, lo siento no te había visto.-se disculpó uno con
una media sonrisa.
De Gryffindor, el verle tambalear le había hecho reírse. Lo
más seguro era que había sido hecho a propósito.
-
¿De qué te disculpas, de haber nacido con medio
cerebro?-gruñó malhumorado.
Habría querido aguantarse pero aquella infernal clase
insoportable (odiaba meterse en líos) había agotado su paciencia. Avanzó el
paso con intención de no perder más el tiempo, pero no sirvió. Había conseguido
enfadarlo; el chico le cogió del hombro por detrás y lo volteó alzando el puño.
En aquel momento, abrió los ojos con gesto indiferente
esperando el puñetazo. ¿Qué se creía que algo así le iba a hacer llorar? Le
habían pasado cosas mucho peores, cosas que un alumno normal no podría ni
imaginar. Pero el puñetazo nunca llegó, porque en aquel instante alguien les
interrumpió casi que poniéndose en medio de ellos dos.
-
¡Oye, espera, tú eres Curieux cheveux! ¡Me había olvidado por completo de ti!
El labio le tembló esbozando una mueca hacia abajo al ver en
aquel momento el rostro de aquella presumida rubia a dos palmos del suyo. Los
ojos azul cielo de la joven le miraban entre asombro y curiosidad las marcas de
su rostro. Se incomodó de tal manera que de forma tosca posó la palma de la
mano en su cara y le echó hacia atrás.
-
Claro, como no has dado señales de vida en toda la
semana… Ni siquiera me había dado cuenta de la perdida de tu existencia,
JAJAJA.-rió ella de forma sonora y exagerada con los brazos en jarra.
-
Que lástima, me habría gustado no existir para ti
durante el resto de mi vida.-le respondió chasqueando la lengua y aguantando
las ganas de propinar esa vez él el puñetazo.
-
Oye, ten cuidado con Loga, ella será mi prometida algún
día y no estás ni a la altura de sus zapatos.-se entrometió el orejón de antes.
¿A qué venía tanto poderío? Ni siquiera el chico parecía
fuerte, y tan sólo era un palmo más alto que él.
-
Mira, si crees que por caer enfermo, puedes tener vent…
-
¡Oye, yo no seré tu prometida nunca, listillo! ¡Además,
tú ni llegas a la altura de mis calcetines!-se quejó ésta interrumpiéndole y
terminando con su paciencia.
Alexei soltó un bramido al mismo tiempo que apretaba los
puños y se volteó con rapidez, marchándose de allí. Se mordió el labio y cerró
los ojos con fuerza conteniendo su ira. No merecía la pena.
-
¡Eh, tú!¡Qué no he terminado contigo, ¿me oyes?! –le
llamaba la chica desde lo lejos, resonando sus gritos por todo el pasillo.
Se limitó a levantar la mano como contestación y acelerar
más el paso, hasta girar varias esquinas y perderlos de vista. Por suerte, el
chico orejudo parecía lastimado por lo que le había dicho la Chica Veela , así que era la
mejor oportunidad para dejarlos estar mientras se les podía oír aún de lejos
discutir.
En Herboristería tomó precauciones; se colocó entre un
montón de Slytherin con disimulo y al terminar la clase, se marchó uno de los
primeros. No era cuestión de huir, sino más bien de evitar problemas. La razón
principal era que no tenía ganas de discutir tontamente con alguien y menos de
verle la cara a la chica esa de nuevo. Si tenía suerte, quizá a los días se
volvía a olvidar de él.
A pesar de que los retrasos continuos por faltar a clases
era algo fastidioso; por el momento en los dos años asistidos en Hogwarts nunca
tuvo problemas en adelantar todo el deber por si solo hasta llegar donde
estaban sus compañeros. Sabía que a medida que pasaran los años, la tarea sería
mucho más complicada, pero por el momento no era gran esfuerzo. Sólo debía ir
por las tardes a la
Biblioteca unos cuantos días tras reponerse y en menos de
siete días posteriores había conseguido leerse todo el material y hacer los
ejercicios por si solo. Los trabajos tenía permitido mandarlos a los profesores
fuera de la fecha límite.
No le disgustaba del todo estudiar. Era una forma de pasar
el tiempo y sentía que había demasiado tiempo libre en la vida. Le conseguía
agobiar más el tiempo muerto que el que aquel que estuviera ocupado.
En la Biblioteca ,
reposaba sentado en frente de una de las mesas cuadriculares llenas de libros
en la que no había nadie más que él. Pasaba las páginas de la asignatura de
Transformaciones, que es la que había decidido adelantar primero por dar un simple
orden, mientras apoyaba la cabeza sobre un puño.
Pasó la página y en la entrada de la sala se escuchó unos
voceos y unos pasos agitados. La bibliotecaria no tardó en regañar al causante.
Parpadeó sin dejar de seguir las líneas con los ojos, completamente
concentrado. Alguien se disculpó casi a gritos a la bibliotecaria y ésta le
volvió a regañar. Eso fue suficiente para que sin querer repitiera la misma
línea y perdiera el hilo. No le importaba quién fuera ni le daba atención, pero
sino había silencio en la propia Biblioteca sería imposible mantener la concentración.
-
¡HE DICHO QUE NO SEAS TAN RUIDOSA, PRIDEOUX, PIENSO
AVISAR A ESTO A ALGÚN PROFESOR PARA QUE TENGAS TU MERECIDO CASTIGO!
-
¡PERO QUE SÓLO QUIERO HABLAR CON ESE TIPO!
Tarde, cuando alzó la mirada, la rubia ya se acercaba hasta
él a zancadas y en el mismo instante en que reaccionó sobre lo sucedido, ésta
le tenía agarrado del cuello y a su vez la bibliotecaria cogía a la chica de la
cintura con intención de arrastrarla fuera.
Por supuesto, eso fue suficiente para llamar la atención no
sólo de toda la Blibioteca
y cualquier ser que estuviera allí (incluido fantasmas) sino también muchos
alumnos se asomaban por la puerta para ver que sucedía. Lo peor de todo, a él
también lo estaban mirando.
-
¡O se marcha ahora Señorita Prideoux, o no sólo se le
quitaran puntos a su casa!-medio bramaba la mujer a cargo de la Biblioteca , intentaba
no vocear pero los nervios del momento hacían que las últimas palabras
terminaran siendo gritos. Estiraba de la chica pero ésta le tenía cogido a él y
no le soltaba.
-
¿Se puede saber que está pasando aquí?-preguntó
abriendo los ojos de par en par. Estaban haciendo ya tanta fuerza que incluso
le conseguían levantar del asiento. Puso las manos encima de las de la joven
para zafarse pero ésta no le soltaba.
-
¡Tú no te escapas, Curieux
cheveux!- bramó la chica que hacía todas sus fuerzas para impedir que la
mujer no le separara de él. Con el ceño fruncido le miraba muy decidida.
Oprimió los labios y prosiguió: - ¡El hecho de haberme evadido significa que
eres el culpable de todo! ¡Confiesa ahora!
<<¿Qué?>> Había
oído disparates a lo largo de su vida, pero en aquel momento ese le pareció el
más absurdo de todos.
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