viernes, 9 de noviembre de 2012

Cómplice de secretos 2 ª Capítulo


Éste se trata de un FANFIC de género Romance y tragedia de la serie  Harry Potter. Este es el 2ª Capítulo del contenido, para ver los siguientes tan sólo le tendréis que dar click en el título que deséeis del índice. Sino te gusta esta temática o la serie te aconsejo que entonces no sigas leyendo, ¡Muchas gracias por leer y no olviden dejar un comentario para decir qué les ha parecido!

Resumen: Debido a que esta historia es muy larga, voy a haceros un pequeño resumen del contenido. La historia se basa en Harry Potter, sin embargo nuestros protagonistas son originales. Loga y Alexei además viven en un ambiente muy alejado al que se cierne la historia de Harry Potter; nos centramos en la época de Tom Ryddle cuando cursaba Hogwarts. Por lo que, salen personajes de la serie; pero éstos son muy pocos y más bien en su época más joven. También nos encontraremos con familiares de personajes que o bien son inventados o que han sido alguna vez nombrados en los libros. 

La historia gira alrededor de ellos dos. Loga es una chica presumida, extrovertida y escandalosa, de la casa de Gryffindor. Mientras que Alexei es un muchacho tranquilo, frío y reservado, de la casa de Slytherin. Pero el choque continuo que hay entre ellos no es el verdadero problema de la situación; en el colegio comienza haber extraños acontecimientos; y es que, en realidad nadie sabe con detalles la historia trágica que envuelve el año en el que por primera vez se abrió la Cámara de los Secretos. Con el tiempo, nuestros protagonistas se verán envueltos en el problema sin darse cuenta y, mientras Alexei esconde un verdadero secreto que intenta ocultar al colegio, Loga es conducida lentamente hacia una trampa mortal de la cual jamás podrá salir. 



· ·       índice    ··

1 ª Unos malos inicios 

2ª Disparates y más disparates








2: Disparates y más disparates : Alexei

Pasó la primera semana de la escuela, los alumnos se insertaron en las clases como cada año. Todos a excepción de él. Aquel día sería el primero que asistiría; la situación no le hacía mucha gracia, el hecho de faltar justo la primera semana, sin duda coincidencia, atraería la atención curiosa de algunos.

Exhaló un suspiro molesto mientras caminaba por el pasillo, con la cabeza gacha y los hombros encogidos. Para colmo, la enfermera le había entretenido y ahora debía interrumpir en mitad de la segunda clase. Con aquel gesto de fastidio en el rostro, se desordenó el flequillo al mismo tiempo que apoyaba una mano en la puerta para abrirla.

El profesor Albus Dumbledore daba sus clases de Transformaciones cuando abrió. Arqueó una ceja al ver lo que se había imaginado, mitad de clase por no decir que toda, había volteado la cabeza para mirarle.

-         ¿Otra vez enfermo, Bryant?-le chismorreó un conocido de Slytherin.
-         Sí.-contestó con sequedad. Además, lo suficientemente alto. Pasaba de que todo el mundo le estuviera preguntando lo mismo, ¿acaso no se acostumbraban ya? Ya habían pasado dos largos años…
-         Adelante Bryant, la enfermera Rose ya me informó de que llegaría.-le invitó el profesor con una leve sonrisa el cual él no le devolvió, se limitó a obedecer y ocupar el primer asiento que había visto libre.-Entonces, bien… ¿Por dónde íbamos? Deberíais probar los caramelos de…
-         Chstttt.-le chistó alguien prácticamente a su lado lo que le impidió seguir escuchando la asignatura.

Parpadeó varias veces haciéndose el sordo. No tenía ganas de hablar; haciendo algo de ruido con la mochila mientras sacaba el libro y los materiales, le ignoró. Por desgracia, no se dio por vencido ya que le volvió a chistar.

-         ¿Qué?-contestó aguantando la irritación y volteando la cabeza con ojos entrecerrados.
-         ¿Se puede saber cuál es tu truco?

Abrió la boca y se pasó los dientes por el labio inferior. Tenía por costumbre morderse el labio cada vez que algo le molestaba, pero sabiendo que eso no era muy apropiado según que ocasión a veces conseguía evitarlo; aunque siempre una vez que tenía ya el impulso. Al menos de esa forma disimulaba y daba la impresión de que tan sólo se rechupeteara el labio.

Era Nicollin Lordwey. Un rubio grandullón que siempre tenía ganas de meter las narices donde no debía. Era simple, el tamaño de Lordwey era dos veces el suyo. No debía tenerlo de enemigo. Su nariz respingona como la de un puerco, le repugnaba. Aunque quizá era porque había conseguido que le tuviera manía; siempre, cada mes que faltaba le preguntaba lo mismo. Por las notas podía verse que no era muy inteligente, pero tampoco había que serlo mucho para recordar ciertas cosas.

-         Ya te dije, Lordwey. No hay ningún truco.-susurró con una media sonrisa. Esa sonrisa falsa más bien parecía una mueca irónica.
-         Vamos, no es normal que faltes siempre cada mes. Esa enfermedad rara que tienes no es normal.

Cerró los ojos y prefirió ignorarle dirigiendo la mirada de nuevo al profesor que parecía bastante emocionado al tener un caramelo de color limón en la mano; tanto que ni siquiera se daba cuenta de los chismorreos de los de la mesa contraria.

Claro, encima en aquella asignatura los de Slytherin compartían con Gryffindor. Sin duda, Rose había escogido el mejor momento. Podía ver perfectamente de reojo como las miradas se le clavaban directas en las heridas de su cara.

Bueno, no tenía tantas… No al menos en comparación con otras veces. En la frente tenía una tirita, pero el flequillo largo casi que se la tapaba y sólo tenía dos arañazos en las mejillas. A lo mejor lo que conseguía destacar más era la venda del cuello. Él había preferido ocultarlo con la bufanda del uniforme, pero al salir de la enfermería se dio cuenta que no la llevaba y prefería no perder más clases.

-         ¿Se ha pegado con alguien o qué?

<<No hables sino tienes ni idea.>>. Los de su curso de Slytherin estaban más acostumbrados, pero los de otras casas no y siempre había algún bocazas que soltaba disparates.

Se convenció de que sólo serían las primeras asignaturas o si tenía suerte, a lo mejor sólo era esa. Y tuvo que convencerse muchas veces, porque la clase le pareció eterna. Aquel montón de gente encerrado en una misma aula por tanto tiempo, tan cerca de él… Por momentos sentía estar rodeado de un montón de pajarracos molestos que le picaban continuamente la cabeza.

-         Pruebe, usted, señorita. Suba y háganos la comprobación, seguro que es capaz de darnos a todos una estupenda lección.-dijo el profesor en algún momento en el que él se había despistado mirando hojas del libro que ya se habían dado.
-         ¡JÁ, Por supuesto!, no dude en algo así, profesor.

Esa voz repelentemente escandalosa y llena de tanta superioridad le sonaba de algo.

<<Ah, claro>> sentenció con gesto aburrido al levantar la cabeza, apoyándola sobre una mano. Aquella loca de cabellos rubios con la que tuvo que compartir vagón ese año en el tren. Los aires de presumida los seguía teniendo, para colmo el resto no ayudaban mucho a bajarle del eslabón en el que se creía estar. Al caminar por el pasillo uno que otro le silbaron con descaro, lo peor de todo era que también lo hacían alumnos de Slytherin.

<<Me avergüenzo de mi casa en demasiadas ocasiones.>>

-         Bueno, bueno, chicos. Ya basta, ni que no hubierais visto a la señorita Prideoux nunca. Podéis elogiarla por otras cosas que no sean sus dotes mágicos fuera de clase, ¿de acuerdo?-rechistó el profesor dando palmadas suaves mientras miraba al frente.- Adelante, Prideoux.

Ella esbozó una sonrisa de seguridad. Miraba a todos con la barbilla en alto, como si se encontraran muy por debajo de ella. Se lo tenía tan creído… Sólo por eso, deseaba que ese hechizo le saliera mal y quedara en ridículo delante todos. A lo mejor así aprendía a ser algo más humilde.

Pero no. Al realizar el hechizo pedido, ella convirtió sin ningún problema aquel libro en un conejito blanco que tiritaba de miedo. Y no sólo eso, sino que al hacerlo bien se mofó del resultado, abrazando al animalillo con la lengua entre los dientes y diciendo una y otra vez <<Soy genial, soy genial>>.

-         Bien, bien. Prideoux, puede sentarse, -aseveró el profesor sin borrar la sonrisa en el rostro y palmeándole la espalda para que marchara al asiento.- Creo que lo ha demostrado a la perfección. 10 puntos más para Gryffindor.

Hubo un momento de aplausos y felicitaciones. La rubia presumía su momento de gloria posando de forma estúpida como si fuera una modelo ante una cámara fotográfica.

-         Oye, Prideoux, ¿Te gustaría dármelo?

Fue un comentario lo suficientemente bajo para que entre el albedrío que se había formado nadie lo escuchara pero él sí lo había hecho. Quién le había pedido el animal a la rubia se sentaba a su lado, así que no había tenido más remedio. Al mirar hacia ellos vio como éste le había agarrado de la túnica para hacer que se inclinara hasta él.

-         Ufufu, ¿Un Slytherin pidiéndome un favor?-se mofó ella con una sonrisa diablesca.

<<Mala idea hiciste en fijarte en ella. >> se rió en sus adentros.

La chica le entregó el animal con cierta brusquedad y acercó el rostro hasta el suyo posando el dedo índice en sus labios. Por un momento pensó que lo iba a besar.

-         A cambio, tendrás una gran deuda conmigo, Jeune Slytherin.

La sonrisa se le esfumó como el viento con aquello y bufó arqueando una ceja. ¡Era tan estúpida esa forma de conseguir que cualquier chico hiciera lo que ella quisiera! Como aquel regordete niño de Gryffindor. Le repateaba que tuvieran tan poca voluntad y se doblegaran por tan sólo una cara bonita.

Además, se resignaba a aceptar que la razón era que fuera una chica Veela. Por el simple hecho de que para él no existía ningún tipo de atracción.

Rechistó los dientes, molesto por tener que aguantar a su alrededor aquellos presumidos de Gryffindor. La chica esa en realidad no era una excepción, aunque sí que era de las que más daban la tabarra siempre en esa clase en específico; que desgraciadamente tuvo que ser la suya. Sin embargo, en general las clases compartidas con los Gryffindor era aguantar eso una tras otra. Habían tenido la suerte en años anteriores al no compartir mucho con esa casa, ya ni recordaba la mitad de ellos; pero aquel año había visto el horario y habían decidido ponerlos más juntos. No entendía bien por qué, todo el mundo sabía que ambas casas no se llevaban muy bien y eso no iba más que a causar más peleas y estragos. Ya había pasado en varias ocasiones; siempre que una casa ganaba demasiados puntos en frente de otra comenzaba la competitivad y con ello los odios, acrecentando las enemistades.

-         Genial, encima tenemos dos seguidas juntos.-murmuró hojeando el horario.

Herboristería también lo tenían con Gryffindor, ¿pensaban que así conseguirían que se  hicieran las casas más amigas? Que equivocados estaban.

-         Bien, chicos. Ya ha terminado la clase.-anunció el profesor dando un toquecitos con la varita en la mesa.- Recordad que los invernaderos están en la parte Sur del Castillo, no os perdáis y tened cuidado con el profesor Nicklet que no le gusta que lleguéis tarde.-dijo con calma guiñando un ojo.
-         ¿Cómo lo llevas, Alexei?-le preguntó un chico que había estado sentado delante suyo.
-         Ah… Esto bien, lo de siempre.-contestó sin desviar la mirada de su mochila.
-         Me alegro, oye. Bueno, marcho, eh.

Le siguió con la mirada hasta verle juntarse con un grupito de amigos que empezaron a cuchichear. No le gustaba aquellas preguntas por compromiso, pero no tenía otra que responder.

-         ¡Ey, Alexei, ¿te vienes con nosotros?

Arqueó las cejas y se volteó. El mismo chico de antes se había separado un poco de los demás para preguntarle.

<<Tsk, no me miréis con esa cara de estúpidos.>>

En todos se les podía escribir en la frente “lástima”. Sí, esa era la cara que le ponían. Sentían lástima por él, esos rasguños y su cara rígida le debían dar pena. No sabía muy bien si catalogarlo como un acto de bondad, pero de todas formas eso lo detestaba. Y así eran todos; siempre.

Era como si consiguiera adivinar lo que pensaran; o más bien por qué todos sin excepción alguna repetían los mismos pasos una y otra vez. Él enfermaba, ellos lo acogían en su grupo, terminaban cansándose de él y entonces él volvía a enfermar. Y así se repetía de nuevo aquel círculo vicioso. A veces incluso era el mismo grupo que anteriormente habían terminado ignorándole. En parte lo entendía; siempre que le invitaban a unirse a algo si aceptaba era para quedarse así de mero espectador, o quizá ni siquiera eso. No le gustaba meterse en ninguna conversación, se mantenía en silencio y la verdad, la mayoría de ocasiones ni les prestaba atención. Se convencía tanto de que tan sólo se amistaban con él por beneficio que terminaba repeliéndolos.

Pero por otro lado le molestaba. Claro, porque quedaba muy bonito a ojos de los demás ser amigo del pobrecito y enfermo Alexei Bryant, del cual tenía una enfermedad tan grave que de vez en cuando debía faltar casi más de siete días a clases y ésta era tanto aceptada por la enfermera que estaba a su cuidado como incluso por el propio Director que estaba al tanto de todo. Hasta había corrido el falso rumor de que él pagaba una tasa mucho mayor que la del resto de alumnos para tener el privilegio de faltar a clase.

<<Dichosos rumores falsos que vuelan como el viento>>.

Yendo por los pasillos, prefirió ir uno de los últimos porque así evitaba los empujones y la gente ansiosa. Ralentizando el paso a propósito, alguien le chocó por detrás, y eso a pesar de que habría jurado no haber visto a nadie.

-         Uy, lo siento no te había visto.-se disculpó uno con una media sonrisa.

De Gryffindor, el verle tambalear le había hecho reírse. Lo más seguro era que había sido hecho a propósito.

-         ¿De qué te disculpas, de haber nacido con medio cerebro?-gruñó malhumorado.

Habría querido aguantarse pero aquella infernal clase insoportable (odiaba meterse en líos) había agotado su paciencia. Avanzó el paso con intención de no perder más el tiempo, pero no sirvió. Había conseguido enfadarlo; el chico le cogió del hombro por detrás y lo volteó alzando el puño.

En aquel momento, abrió los ojos con gesto indiferente esperando el puñetazo. ¿Qué se creía que algo así le iba a hacer llorar? Le habían pasado cosas mucho peores, cosas que un alumno normal no podría ni imaginar. Pero el puñetazo nunca llegó, porque en aquel instante alguien les interrumpió casi que poniéndose en medio de ellos dos.

-         ¡Oye, espera, tú eres Curieux cheveux! ¡Me había olvidado por completo de ti!

El labio le tembló esbozando una mueca hacia abajo al ver en aquel momento el rostro de aquella presumida rubia a dos palmos del suyo. Los ojos azul cielo de la joven le miraban entre asombro y curiosidad las marcas de su rostro. Se incomodó de tal manera que de forma tosca posó la palma de la mano en su cara y le echó hacia atrás.

-         Claro, como no has dado señales de vida en toda la semana… Ni siquiera me había dado cuenta de la perdida de tu existencia, JAJAJA.-rió ella de forma sonora y exagerada con los brazos en jarra.
-         Que lástima, me habría gustado no existir para ti durante el resto de mi vida.-le respondió chasqueando la lengua y aguantando las ganas de propinar esa vez él el puñetazo.
-         Oye, ten cuidado con Loga, ella será mi prometida algún día y no estás ni a la altura de sus zapatos.-se entrometió el orejón de antes.

¿A qué venía tanto poderío? Ni siquiera el chico parecía fuerte, y tan sólo era un palmo más alto que él.

-         Mira, si crees que por caer enfermo, puedes tener vent…
-         ¡Oye, yo no seré tu prometida nunca, listillo! ¡Además, tú ni llegas a la altura de mis calcetines!-se quejó ésta interrumpiéndole y terminando con su paciencia.

Alexei soltó un bramido al mismo tiempo que apretaba los puños y se volteó con rapidez, marchándose de allí. Se mordió el labio y cerró los ojos con fuerza conteniendo su ira. No merecía la pena.   

-         ¡Eh, tú!¡Qué no he terminado contigo, ¿me oyes?! –le llamaba la chica desde lo lejos, resonando sus gritos por todo el pasillo. 

Se limitó a levantar la mano como contestación y acelerar más el paso, hasta girar varias esquinas y perderlos de vista. Por suerte, el chico orejudo parecía lastimado por lo que le había dicho la Chica Veela, así que era la mejor oportunidad para dejarlos estar mientras se les podía oír aún de lejos discutir.

En Herboristería tomó precauciones; se colocó entre un montón de Slytherin con disimulo y al terminar la clase, se marchó uno de los primeros. No era cuestión de huir, sino más bien de evitar problemas. La razón principal era que no tenía ganas de discutir tontamente con alguien y menos de verle la cara a la chica esa de nuevo. Si tenía suerte, quizá a los días se volvía a olvidar de él.

A pesar de que los retrasos continuos por faltar a clases era algo fastidioso; por el momento en los dos años asistidos en Hogwarts nunca tuvo problemas en adelantar todo el deber por si solo hasta llegar donde estaban sus compañeros. Sabía que a medida que pasaran los años, la tarea sería mucho más complicada, pero por el momento no era gran esfuerzo. Sólo debía ir por las tardes a la Biblioteca unos cuantos días tras reponerse y en menos de siete días posteriores había conseguido leerse todo el material y hacer los ejercicios por si solo. Los trabajos tenía permitido mandarlos a los profesores fuera de la fecha límite.

No le disgustaba del todo estudiar. Era una forma de pasar el tiempo y sentía que había demasiado tiempo libre en la vida. Le conseguía agobiar más el tiempo muerto que el que aquel que estuviera ocupado.

En la Biblioteca, reposaba sentado en frente de una de las mesas cuadriculares llenas de libros en la que no había nadie más que él. Pasaba las páginas de la asignatura de Transformaciones, que es la que había decidido adelantar primero por dar un simple orden, mientras apoyaba la cabeza sobre un puño.

Pasó la página y en la entrada de la sala se escuchó unos voceos y unos pasos agitados. La bibliotecaria no tardó en regañar al causante. Parpadeó sin dejar de seguir las líneas con los ojos, completamente concentrado. Alguien se disculpó casi a gritos a la bibliotecaria y ésta le volvió a regañar. Eso fue suficiente para que sin querer repitiera la misma línea y perdiera el hilo. No le importaba quién fuera ni le daba atención, pero sino había silencio en la propia Biblioteca sería imposible mantener la concentración.

-         ¡HE DICHO QUE NO SEAS TAN RUIDOSA, PRIDEOUX, PIENSO AVISAR A ESTO A ALGÚN PROFESOR PARA QUE TENGAS TU MERECIDO CASTIGO!
-         ¡PERO QUE SÓLO QUIERO HABLAR CON ESE TIPO!

Tarde, cuando alzó la mirada, la rubia ya se acercaba hasta él a zancadas y en el mismo instante en que reaccionó sobre lo sucedido, ésta le tenía agarrado del cuello y a su vez la bibliotecaria cogía a la chica de la cintura con intención de arrastrarla fuera.

Por supuesto, eso fue suficiente para llamar la atención no sólo de toda la Blibioteca y cualquier ser que estuviera allí (incluido fantasmas) sino también muchos alumnos se asomaban por la puerta para ver que sucedía. Lo peor de todo, a él también lo estaban mirando.

-         ¡O se marcha ahora Señorita Prideoux, o no sólo se le quitaran puntos a su casa!-medio bramaba la mujer a cargo de la Biblioteca, intentaba no vocear pero los nervios del momento hacían que las últimas palabras terminaran siendo gritos. Estiraba de la chica pero ésta le tenía cogido a él y no le soltaba.
-         ¿Se puede saber que está pasando aquí?-preguntó abriendo los ojos de par en par. Estaban haciendo ya tanta fuerza que incluso le conseguían levantar del asiento. Puso las manos encima de las de la joven para zafarse pero ésta no le soltaba.
-         ¡Tú no te escapas, Curieux cheveux!- bramó la chica que hacía todas sus fuerzas para impedir que la mujer no le separara de él. Con el ceño fruncido le miraba muy decidida. Oprimió los labios y prosiguió: - ¡El hecho de haberme evadido significa que eres el culpable de todo! ¡Confiesa ahora!

<<¿Qué?>> Había oído disparates a lo largo de su vida, pero en aquel momento ese le pareció el más absurdo de todos. 

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