Éste se trata de un FANFIC de género Romance y tragedia de la serie Harry Potter. Este es el 3ª Capítulo del contenido, para ver los siguientes tan sólo le tendréis que dar click en el título que deséeis del índice. Sino te gusta esta temática o la serie te aconsejo que entonces no sigas leyendo, ¡Muchas gracias por leer y no olviden dejar un comentario para decir qué les ha parecido!
Resumen: Debido a que esta historia es muy larga, voy a haceros un pequeño resumen del contenido. La historia se basa en Harry Potter, sin embargo nuestros protagonistas son originales. Loga y Alexei además viven en un ambiente muy alejado al que se cierne la historia de Harry Potter; nos centramos en la época de Tom Ryddle cuando cursaba Hogwarts. Por lo que, salen personajes de la serie; pero éstos son muy pocos y más bien en su época más joven. También nos encontraremos con familiares de personajes que o bien son inventados o que han sido alguna vez nombrados en los libros.
La historia gira alrededor de ellos dos. Loga es una chica presumida, extrovertida y escandalosa, de la casa de Gryffindor. Mientras que Alexei es un muchacho tranquilo, frío y reservado, de la casa de Slytherin. Pero el choque continuo que hay entre ellos no es el verdadero problema de la situación; en el colegio comienza haber extraños acontecimientos; y es que, en realidad nadie sabe con detalles la historia trágica que envuelve el año en el que por primera vez se abrió la Cámara de los Secretos. Con el tiempo, nuestros protagonistas se verán envueltos en el problema sin darse cuenta y, mientras Alexei esconde un verdadero secreto que intenta ocultar al colegio, Loga es conducida lentamente hacia una trampa mortal de la cual jamás podrá salir.
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1 ª Unos malos inicios
2ª Disparates y más disparates
3: Catigados : Loga
-
Entiendo que te hayan castigado por haber sido una
completa estúpida entrando en la
Biblioteca como si fuera el Bar de la esquina, -comentó el
joven cruzándose de brazos y mirando hacia el lado contrario en el que ella
estaba.- pero lo que no llego a comprender es porque me han castigado a mí
también.
Sí, allí estaban los dos. Castigados en la sala de
profesores esperando a que alguno de ellos llegara para recibir su castigo. La
mujer de la Biblioteca
había decidido que ambos tenían la culpa, Prideoux por el alboroto y Bryant
porque “parecía” estar involucrado en ello. Eso último sin duda le parecía
injusto al muchacho.
-
Sino me hubieras ignorado durante toda la mañana, esto
no habría pasado, idiota.-escupió ella pataleando y mirándole, pero le molestó
al ver que éste le ignoraba mirando por la ventana.-¡¿Se puede saber por qué no
me escuchas?!
-
No soy como los demás, no pienso hacer caso a tus
órdenes, niña mimada.-le aclaró sin despegar ni un momento los ojos de la cristalera.-No
funciona el truco ese de la chica Veela para mí.
Loga volvió a patalear y por las ansias casi volcó la silla
en la que estaba sentada. Le miró por varios segundos hinchando los mofletes y
entonces esbozó una sonrisa.
-
¿Entonces por qué no me miras?-sugirió más tranquila.-
Seguro que es porque te pongo nervioso.
Sí, definitivamente esos trucos tampoco servían con ese
chico ya que no le dirigió la mirada y no es que se hiciera el despistado; de
verdad le estaba ignorando. Pero no, a ella realmente no le gustaba que nadie
más que ella se saliera con la suya.
-
Te digo que me mires, estúpido…-le ordenó apretando los
dientes.
Le palmeó fuerte la rodilla, se apoyó y con la otra mano le
giró la barbilla. El chico intentó evitarlo haciendo fuerza hacia el lado
contrario pero obviamente una cabeza no tenía más fuerza que una mano.
EL contacto directo provocó que éstos esbozaran un verdadero
gesto de asombro. No fueron ni dos segundos lo que pudieron mirarse
directamente a los ojos ya que el chico los entrecerró como dos rajillas y
finalmente colapsó. La empujó con ambas manos y la silla en la que ésta se
sentaba finalmente cayó.
-
¡OYE, IDIOTA!-gritó eufórica levantándose de un salto
más caer.-¿¡Te parece bonito empujar a una chica?!
-
Me da igual si eres una chica o no, a mi nadie me
fuerza a nada.-zanjó él volviendo a cruzar los brazos y mirándole con
desafío.-Ya te lo he dicho, no funciona conmigo, porque consigas hacer lo que
quieras con la mayoría no significa que con otros sí. Además.-añadió frunciendo
ligeramente el ceño.-¿Culpable de qué? No intentes meterme en líos, yo no he
hecho nada.
-
¡Mentiroso!-gruñó ella desplegando brazos y piernas.
Corría directo hacia él. De verdad lo hacía, quién sabe lo que habría pasado allí
¿una pelea? Sino fuera porque el profesor llegó y con un movimiento de varita
levantó la silla interponiéndose en medio de ellos dos.
-
¡Ya basta!
Quien se había interpuesto había sido el profesor de Defensa
Contra las Artes Oscuras, Kane Damian, que no parecía estar muy de buen humor acompañado
del Profesor de Historia de Magia, el aburrido y anciano Cuthbert Binns al que
todo alumno detestaba o más bien prefería ignorar (en especial en sus charlas
aburridas de clase) su aflautada voz.
-
¡Señorita Mercoux, señorito Lorey, por favor comportaos
como serios alumnos!-exigió éste último, siempre acertando en los apellidos.
No tuvieron otra más que obedecer. Así que Loga se contuvo,
cogió la silla y se sentó a regañadientes al lado del chico el cual se mantuvo
rígido y esperando en posición al frente.
-
A ver, ¿A qué se debe todo este escándalo?- prosiguió
el profesor Damian que al sentarse en la
silla dio un suspiro y miró de reojo unos cuantos papeles que habían en la
mesa. Binns se limitó a mantenerse de pie a su lado, con su gesto aburrido de
siempre.
Damian era un hombre bastante joven comparado con el resto
de personal que había como profesorado; su edad debía rondar sobre los cuarenta,
y bajo esa apariencia desgastada se apreciaban rasgos atractivos. Solía vestir
de cuero, en ocasiones hasta podía vérsele la ropa estropeada y sucia. Con
gabardinas largas y botas desmesuradas, parecía un auténtico cazador de lo
oscuro, o al menos ese era el rumor que se corría por Hogwarts. Llevaba el
cabello moreno recogido en una larga coleta y siempre iba a medio afeitar. En
situaciones normales era una persona agradable, pero cuando alguien conseguía
hacerle enfadar o no estaba en una muy buena época, podía apreciarse su mal
temperamento.
Era obvio que en aquel instante no rebosaba de simpatía. Los
miró con unas grandes bolsas debajo de sus verdosos ojos y arqueó una ceja
esperando la respuesta de alguno.
-
Verás, Kane…
-
Profesor Damian.-le corrigió de inmediato él a la
entusiasta muchacha que ya en menos de tres años le conocía demasiado bien. Le
había dado demasiados problemas en clase, ya sea por discusiones o por utilizar
las propias defensas de las Artes
Oscuras en contra de otros alumnos. Además, tenía la dichosa manía de tutearle
sólo por tratarse de un profesor joven. Chasqueó la lengua y tamborileó los
dedos.- le te he dicho mil veces que cuides tu forma de hablar, señorita
Prideoux.
Ésta puso los ojos en blanco y apartó un mechón de la frente
con un resoplido.
-
“Profesor Damian” –dijo ésta con cierto rin tintín que
sin duda no ayudó mucho a mejorar la situación.-Yo sólo quería encontrarme con
ESTE individuo.-señaló a Alexei mientras sin darse cuenta alzaba la voz
demasiado.-Porque se me acusa de haberme chivado cuando es él el culpable.
-
¿¡Qué?!-se sobresaltó éste mirándola, curvando la boca
sin poder creerse lo que oía.-¡¿Pero qué tonterías puede llegar a soltar esta
papanatas?! ¡Yo no me he chivado de nada!
-
¿¡Cómo qué no?! ¡Él único que pudo chivarse del huevo
del Longhottom fuiste tú! Porque el resto no pudimos ser.-concluyó ella
cruzándose de brazos. Cerró los ojos, con la barbilla en alto para variar.
-
Siento deciros que quién me informó sobre el huevo de
Longhottom fue la señorita Myrtlle.-les interrumpió entonces el profesor Binns
avanzando unos pasos hasta ellos para tomar su atención.- y debo añadir, que
hizo bien en decírmelo, ya que ese huevo sin duda se trataba de algo peligroso
en el que el profesor Dicklet y yo estamos investigando todavía.
Loga, que aún no había dejado de mirar a Alexei, se quedó
segundos patidifusa por lo que acababa de enterarse. Pudo ver como el chico
arqueaba las cejas con predominio, satisfecho por haberle dejado tan mal.
-
Bien, así que como pueden ver, profesor Orphen,
profesor Binns.-comentó entonces Alexei con una perfecta educación mientras
inclinaba la cabeza hacia delante. Sonreía, estaba sonriendo de forma
victoriosa y eso a Loga le hizo sentir ciertas ansias de venganza.-Yo no tengo
nada que ver en esto, así que puedo marcharme.
Iba a alzarse, pero entonces fue el profesor Damian que dio unos
golpes rudos en la mesa con la mano y lo asustó haciendo que el poco movimiento
lo retrocediera lentamente hacia atrás.
-
Aquí nadie es inocente, me importa un bledo quién fue
el causante y quién el consecuente.-les gruñó con la cabeza cabizbaja y aún
apoyando la mano sobre la mesa.- El problema consiste en que ambos terminasteis
haciendo un escándalo en la
Biblioteca por un estúpido huevo, así que, LOS DOS estáis
castigados.-enfatizó aquello último, alzando dos dedos.-Ayudaréis al profesor
Binns a preparar tarea escolar después de clases hasta que él decida. Y hasta
aquí todo.
Se dio por finalizada la reunión y Damian se levantó,
haciendo ruido con todos esos aparatosos cinturones de tantas hebillas y
cadenas enganchadas por todas partes. A Loga le debió molestar lo que le había
dicho, o quizá porque le había castigado; porque al pasar éste, volteó la
cabeza en dirección contraria de forma exagerada demostrando su enojo. Cuando
quedaron solos con Binns, éste les explicó dónde tendrían que ir a partir de
mañana y siguiéndoles el paso, se marcharon cada uno a su respectiva
habitación.
No había sido para tanto. Eso es lo que pensaba ella.
Tampoco nadie había salido malherido o ni siquiera nadie se había quejado allí
en la biblioteca exceptuando la amargada bibliotecaria que tan mal le caía. Una
vez le amenazó que si volvía a pasar por allí, avisaría a los profesores para
que le expulsaran. Sólo porque según ella, siempre que iba era para gritar o
hacer de todo menos leer o estudiar.
Aquella noche fría, en la que se tuvo que enrollar en las
sábanas tal como un capullo para soportar bien el frío, soñó con sus días de
infancia. En esos días de invierno en los que su madre se ponía a su lado y la
abrazaba. El calor que ella propagaba era tan gratificante y afable que siempre
le hacía dormir, aunque ella hubiera tenido un mal día. Por eso, siempre le
había gustado más el invierno que el verano. Ahora, le daba bastante lo mismo. Pues,
en los inviernos gélidos como aquél ahora no había nadie para hacerlo.
-
¿No vas a venir? ¿De verdad? ¡Aún estás a tiempo!
Desde el primer día de clases, Runas Antiguas siempre
transcurría así. Giselle y ella se ponían juntas, entonces ésta aprovechaba
para siempre preguntarle lo mismo. La “reunión secreta” de los Slytherin. La
que ese mismo día iba a realizarse. Por fin, sólo esperaba que una vez
sucediera, Giselle le dejara en paz y se olvidara de fiestas.
Loga le devolvió una mirada furtiva en la que podía verse el
mal genio sumado a lo de ayer y a que eran tempranas horas de la mañana. La
chica pegó un bote del susto y palideció.
-
Como me lo vuelvas a decir, te juro que te dejo de
forma que te será imposible ir a la fiesta.-aseveró amenazadoramente.
-
¿H-ha pasado algo malo?-adivinó ella alzando las manos
en son de paz.
-
Me castigaron.
Giselle cerró la boca, meditativa. A los minutos, mientras
el profesor seguía dando páginas de aquel aburrido libro de Runas y los alumnos
seguían en aquel silencio sepulcral, sinónimo de un aburrimiento colectivo,
Loga apoyó la cabeza sobre el libro por unos momentos y le confesó:
-
Me castigaron con ese chico de Slytherin, ¿recuerdas?
El que buscaba para quitarme el muerto de encima.
-
Ya te avisé de que sería mejor que no lo hicieras.-le reprochó
Giselle con dulzura sintiendo pena por su amiga.
-
No es necesario que me lo digas, de todos modos yo me
había olvidado de ese. Sólo que apareció tan de repente... tiene una enfermedad
extraña o algo así.
La otra parpadeó, dando a comprender que no tenía ni idea al
respecto.
-
Dejemos cualquier tema relacionado con Slytherin, ¿de
acuerdo?- bufó ella agitando la mano y con ello llevándose la primera riña del
día.
Pero los Slytherin no parecían ser los únicos que odiaban a
Loga, aunque eso era algo que ya sabía. Al pasar cinco días, Loga se enteró de
que las gemelas fantômes habían sido
las causantes de la desaparición de su marco de fotos. Se lo habían quitado por
mero entretenimiento. Cuando consiguió saber donde estaba, la foto ya estaba
estropeada e inservible. Habían jugado con ella como si de mierda se tratara.
-
¡Os JURO QUE OS MATARÉ!-bramaba ella en medio de la
Sala Común.
Una chica que también compartía con ella habitación se lo
había dicho, más bien por lástima. En cuanto Loga vio a las gemelas cruzar por
el cuadro de la Sala ,
las alcanzó y tuvieron que ponerse varios alumnos por medio, entre ellos,
Hagrid, para que aquello no acabara peor de lo que ya estaba.
-
Loga, cálmate. Tuviste un castigo, y a este paso te van
a expulsar…-le decía su amigo Hagrid.
Pero no, ella no podía calmarse. En lo único que pensaba en
ese instante era en arrancarles a la vez cada pelo de aquella caballera. Fingió
calmarse, o quizá fue un lapsus en el que el mareo le hizo perder fuerzas y
entonces la soltaron. Apoyó la cabeza sobre una mano, sintiendo lo de su
alrededor tambalearse.
A los dos segundos, se había abalanzado de nuevo contra
ellas. Había pillado de tan imprevisto a todos que ninguno tuvo tiempo de
interponerse. Loga les cogió fuerte de la túnica arrojándolas violentamente
contra el suelo y en el momento en que ésta sacaba la varita y por las
escaleras llegaba ya un prefecto, Hagrid le cogió de las axilas y se la llevó
por delante. Abrió el cuadro, y corrió arrastrándola.
El resto de alumnos de Gryffindor tan sólo no supieron que
decir una vez el prefecto llegó. Éste se encontró con las dos gemelas arrojadas
en el suelo, una desmayada y otra echando sangre por la boca.
Por el camino, a medida que se alejaban Hagrid y ella de la
Sala Común , corrompió a un lloro de
lágrimas a causa de la impotencia y la rabia.
Sabía que no sólo era envidia. Cuando otras personas le
hacían cosas así, no sólo se trataba de eso. Loga sabía perfectamente que era
su carácter muchas veces lo que causaba el odio de los demás. A pesar de
saberlo, ella nunca iba a aceptar que era un error suyo. Porque ella era así y
sino la aceptaban era su problema.
Hagrid la llevó fuera del castillo puesto que con el frío
que hacía era más difícil que alguien paseara por allí y cualquier profesor que
los encontrara preguntaría al respecto; y ni Loga estaba para dar excusas ni
tampoco él creía encontrar una en ese momento.
-
Ey, Loga. Vamos, cálmate. –le insistía Hagrid
continuamente.- Esa fotografía seguramente pueda arreglarse, ¿sabes? Sólo es
cuestión de mirar algún hechizo, o incluso podamos encontrar la manera de
conseguir duplicarla.
La fotografía rota, la que aún ella sostenía dentro de su
puño con fuerza, arrugándola. El grandullón ahora le aferraba de los hombros y
le balanceaba para hacerle reaccionar. No debía ser su intención, pero lo hacía
con tanta fuerza que los lloros y el movimiento casi le hicieron perder la
consciencia por un momento.
-
No es la foto… -pudo decir casi de forma inteligible.
Le interrumpió un hipo causado por las lágrimas, balbuceó un poco y pudo
seguir:-… Son ellas… Me da rabia.
-
Lo entiendo, ya haremos algo.-le dijo dejando de
moverla para dale unas cuantas palmaditas en la cabeza. - Seguro que si se lo
decimos a algún profesor tendrán su merecido castigo. Ya verás, tú mientras
tanto aguanta. Hace poco fuiste castigada y no te conviene.
Se mordió el labio, viendo el suelo el cual había impregnado
de gotas. Se limpió con un puño las mejillas y alzó la cabeza para ver a su
amigo que le sonreía con calma. A pesar de lo agradecida que se sentía, no
podía evitar mostrarse tensa. Con el ceño fruncido y los labios oprimidos,
rasgaba los ojos como si quisiera matar a alguien de verdad.
A las siete en punto tenían que estar en el despacho del
profesor Binns. Tal como de costumbre, Loga llegó tarde aquel día. Siempre que
entraba, Alexei ya estaba allí. En frente del profesor, sentado al lado de una silla
vacía que ella debía ocupar.
Todos los días, Binns les daba unas hojas sacadas de a saber
dónde de las cuales ellos debían leer y leer para luego resumir lo que les
podía parecer más importante. Esos resúmenes Binns los tendría en cuenta para
futuras clases; a pesar de que él ya hiciera sus respectivas conclusiones con
esos materiales.
No era que les fuera a beneficiar en cuanto a conocimientos,
porque ni siquiera lo que leían les podría servir para clase ya que lo que el
profesor les daba eran temas que ellos ya habían dado en cursos pasados. Así
que al ver lo poco que importaba, Loga ni siquiera se molestaba en apuntar
algo. Cuando lo hacía, era más bien porque se aburría. Por otro lado, Alexei al
menos había entregado ya un resumen.
La satisfacción del chico al demostrar a Loga que él no
había sido el culpable de nada, se había esfumado con el viento. Expresaba
verdadera molestia si las miradas se las cruzaban, debía sentir un gran rencor
hacia ella por haber sido castigado injustamente. No le iba a pedir perdón, era
demasiado orgullosa. Aunque sí era cierto que se sentía con la labor de
solucionar las cosas con esa Myrtle tan sólo para sentirse algo mejor.
-
Siento la tardanza.-se limitó a decir al entrar al
despacho.
Cerró la puerta tras de si y fue con paso lento hacia la
silla. Le gustaba molestar al otro de su concentración haciendo ruido con las
cosas, pero esa vez no lo hizo. Se sentó, cogió los respectivos papeles sin
preguntar a nadie y comenzó a leer apoyando la cabeza sobre una mano.
Leyó dos frases y ya se desconcentró. Qué poco interés podía
llegar a causar las transiciones políticas que llegaron a tomar con el
Ministerio a lo largo de la historia. Había millones de nombres, fechas y todo
era contado de una forma tan neutral y poco humanizada que parecía estar
leyendo los manuales muggles que enseñaban paso a paso cómo hacer funcionar un
aparato (esos a los que su padre tanto recurría).
Se quedó en blanco sin darse cuenta. Entonces pensó que su
padre no debía tener ni idea de la foto que ella conservaba. Bueno, la que
había conservado. Desvió la mirada hacia arriba y se fijó en el cielo oscuro
que se visualizaba en la ventana. Su padre odiaba demasiado a su madre. Siempre
habían parecido llevarse mal; hasta que al final terminaron divorciándose.
Su padre le había recordado siempre que su madre había sido
una mantenida. Pero ella sabía muy bien que la situación no había sido tan
fácil; la madre de Loga tuvo que dejar su trabajo al darle a luz. El cuidado de
una niña fue más complicado de lo que pensó; y su madre le confesó cuando era
muy pequeña, que ella al principio había dejado el trabajo de forma temporal
hasta que creciera pero con los años no se atrevió a volver por miedo a
perderla.
<<Mi trabajo
significa arriesgar tu vida al día a día, pequeña.>> Le dijo con esa
tierna voz. Siempre le cogía en brazos, le abrazaba casi por cualquier excusa. <<Antes no me daba miedo hacerlo, a
pesar de tener a tu padre. Ahora estando tú, es un miedo que me abordaría hasta
en sueños>>.
Si hubiera tenido voto en aquella ocasión; Loga habría
decidido quedarse con su madre sin lugar a dudas en el momento del divorcio.
Pero en el juzgado ni siquiera hubo discusión; la madre de Loga no tenía ni un
hogar ni un oficio fijo. La decisión estaba clara y su padre se quedo con su
custodia.
Loga volteó la cabeza hacia el lado contrario, esta vez
mirando la cantidad inmensa de libros que había en el despacho y que hasta
ahora no había reparado su atención. Lo que hacía el aburrimiento.
¿Qué había sido de su madre? Pues, tal como su padre le
había dejado de esa forma tan cruel; seguro que había terminado siendo una
vagabunda o teniendo un oficio de camarera y viviendo a duras penas en algún
lugar de Francia.
De pequeña fue algo que le ofuscó durante años. Quiso
encontrar la manera de contactar con ella, pero su padre se lo impedía y por
otro lado su madre no daba señales de vida. Y al vivir en Inglaterra la cosa se
complicó mucho más. Desde ese día, Loga le tomó un rencor inconsciente a su
padre; el cual iba en contra de la magia que había desarrollado. Porque claro,
el padre de Loga era un muggle. Un muggle que en realidad nunca había aceptado
el lado mágico de su mujer, por lo que no lo haría de su propia hija.
Sin embargo, a pesar de lo poco que disfrutó; su madre
consiguió enseñarle algo de magia. Se lo pasaron muy bien así y a Loga era una
de las pocas cosas que le había fascinado de pequeña. A medida que fue
creciendo ella estaba convencida de que quería ser una maga como su madre; al
separarse sus padres, no cambió de opinión.
A los once años, cuando recibió la carta de Hogwarts, su
padre no se lo podía creer. Él conocía el colegio de Beauxbatons de Francia,
porque fue ahí donde la madre de Loga se desarrolló como maga, pero desconocía
la existencia de otros colegios (en parte, uno de los motivos por los que la
llevó a Inglaterra seguramente debía ser por eso); al igual que Loga, que por
un momento pensó que la oportunidad como maga al irse de Francia desaparecería.
A Loga le hizo tal ilusión que a pesar de su padre decirle
que no iría, ella investigó por su cuenta. Mandó a sirvientes que mantuvieran
en secreto las órdenes que ella les daría, órdenes en las que entraba llevarles
al Callejón Diagon. Ella solita se encargó de ir primero al Banco para
intercambiar dinero Muggle (el cual tenía demasiado) por mágico, crearse una
cuenta allí para poder almacenar casi todo y después ir a comprar todo lo que
en la lista le exigían, incluso consiguió un animal. Al poco tiempo, su padre
terminó enterándose de todos los movimientos (algún criado debió delatar) pero
aunque le amenazó con encerrarla en casa o internarla en algún colegio
cualquiera, la palabra de Loga no podía ser refutada.
Y es que, desde que vivió con él, Loga había hecho en la
mansión lo que le había dado la gana. Siempre; había recibido castigos,
órdenes, incluso le habían amenazado con quitarle caprichos, pero ella seguía
en la misma línea. Si era castigada, se pasaba por alto el castigo o se
comportaba peor, cualquier mandato para ella entraba por una oreja y salía por
la otra y si le quitaban cualquier cosa, ella la volvía a comprar con su
tarjeta de crédito (si se la quitaban, entonces robaba la de su padre). Le
habían juzgado de caso sin solución; estuvo durante un año en un colegio interno
pero ni siquiera terminó el año escolar y le expulsaron por su comportamiento
(el cual lo hizo a propósito para que su padre no se saliera con la suya). Con
tales hechos, su padre en teoría le debería tener un enorme odio, pero no era
el caso. Estaba siempre tan ocupado con su trabajo que quiénes le cogían odio
eran los sirvientes o cuidadores, los que en realidad se ocupaban de ella en
persona. Y si era respecto al dinero, el padre de Loga tenía tanto que daba
igual lo que éste se malgastara por la inmadurez de Loga, ni siquiera él lo
notaba en sus recibos.
Al final, haciendo todo lo posible incluso amenazando a
sirvientes con que serían despedidos (porque ella ya lo había hecho y sabían
que era capaz, obligando prácticamente a su padre), Loga consiguió llegar el
primer año al andén nueve y tres cuartos e insertarse en el colegio. Al segundo
año, el hecho no le costó tanto. Su padre al igual que los sirvientes debieron
notar el enorme cambio. Estar sin ella casi todo el año debía ser un lujo;
además cuando ahora ella volvía la situación era distinta. Ya era maga, tenía
otros conceptos en la cabeza y en verano u otras festividades estaba más
ocupada de lo usual.
Parpadeó comprendiendo que se había quedado inmersa en su
pasado. Y todo por esa foto perdida que tanta rabia le daba. No era añoranza
por una familia; en realidad que su padre saliera en ella le daba igual.
Miraba los libros por encima de la cabeza del chico y éste
se rascó la cabeza, haciendo que el mechón rojizo de su flequillo le llamara su
atención; tal como la primera vez que lo vio. Entonces bajó la mirada hasta él,
lo miró por unos segundos y luego vio la tirita que aún tenía en la frente.
¿Y esas heridas? Una enfermedad normal no hacía esas
heridas. Parecía haberse peleado con un perro callejero en vez de haber caído
enfermo. No parecían graves, pero recordaba la de su cuello, la que ahora
siempre se tapaba con la bufanda. La primera vez que llegó a clase lo tenía
vendado, como si se hubiera hecho un tajo en él. ¿Es que acaso no sabía que las
heridas en los cuellos podían ser perjudiciales? Incluso si eran muy profundas
podían hacerte perder la voz.
Se palpó el cuello inconscientemente mirando la bufanda del
chico, como si así pudiera ver a través de ella o en algún momento se le pudieran
ver las vendas, cosa que no iba a suceder.
Desde que lo vio con las heridas recordó que en alguna otra
ocasión en años anteriores un chico siempre aparecía vendado o herido por algo.
Le sonaba el rumor de un chico enfermo en Slytherin, pero la verdad, era algo
que nunca le había dado importancia.
Reparó en que éste le estaba mirando y que ella seguía con
los ojos clavados en él. Le debía haber estado viendo durante todo el rato. El
gesto de odio que siempre le mandaba había desaparecido por uno de sorpresa. No
desvió la mirada, más bien la mantuvo clavada en sus ojos con ese gesto
aburrido que tenía desde horas. Al final éste se debió enojar, porque frunció
el ceño molestó y volteó la cabeza en dirección contraria como si quisiera que
le dejara de mirar.
Levantó ambas cejas y se encogió de hombros. Tampoco mirarlo
era gran cosa ni mucho menos; no era feo pero tampoco la belleza personificada.
Medio sonrió con picardía, le gustaba ver como la gente se ponía nerviosa una
vez sabía que le estaba dando atención. Porque ese chico ahora lo estaba, al
coger la pluma lo hizo con tanta torpeza que se le cayó al suelo. A pesar de lo
frívolo que se mostraba, era humano después de todo.
Se aburrió y pasó a mirar la mesa del profesor Binns. Tantos
papeles y carpetas le agobiaban; como ese profesor. Esa voz acompasada y aguda
en más de una ocasión en clase le había perforado el oído en medio de un
gratificante viaje al mundo de los sueños. Tamborileó los dedos y dejó caer un
suspiro, expresando la pesadez del tiempo allí dentro. Algo no encajaba entre
tanto documento; parpadeó varias y comprendió que estaba mirando la silueta de
un huevo.
Sí, el huevo de Longhottom. El huevo de Longhottom estaba
allí mismo, en frente de sus narices; reposando en una copa, tan frágilmente
como la primera vez que lo vio. ¿Parecía más grande o era impresión suya?
-
Manteneos así, debo ir un momento a hablar con la
profesora Nyra de algo muy importante.-aseveró Binns que parecía muy
concentrado en los papeles que tenía en las manos. Sin despegar la mirada de
ellos, se levantó y se marchó de allí con un paso rápido poco habitual en él.
-
Oh…-soltó Loga de forma misteriosa una vez se cerró la
puerta.
Echó levemente el cuerpo hacia delante, extendiendo los
brazos cuan largos eran. Alexei no se había inmutado por lo sucedido, ni
siquiera había dejado de escribir cuando el profesor les comunicó aquello.
Echada hacia delante, entonces dio un bote y la agarró. La
copa estaba en sus manos y en su rostro había una sonrisa victoriosa.
-
¿Qué haces?-preguntó éste levantando la mirada entonces
y viendo lo que agarraba.
-
¿Tú no eres un chivato, no? Así que no dirás nada si me
lo llevo.
-
¿Eres tonta o te lo haces? Si desaparece justo cuando
vuelva, sabrá que hemos sido uno de nosotros dos.
-
No, -negó ella esbozando aún más su sonrisa y le miró
con predominio.- ¿Quién te crees que soy? Saco sobresalientes en
Transformaciones.
Cogió la cajita en la que guardaba la pluma, la posó en
medio de la mesa; sacó la varita, recitó un hechizo y no tardó en tener dos
huevos completamente idénticos en sus manos.
-
Que gracia me va a dar cuando el profesor vea que el
huevo jamás se abrirá.-rió ella haciendo demasiado escándalo en la sala vacía. Por
si acaso alguien llegaba; volteó rápido la cabeza hacia la puerta, vio que
estaba cerrada y con rapidez metió el huevo verdadero en el bolsillo, dejando
el falso tal como estaba el anterior.
-
Vaya, no sabía que te gustaban los chicos regordetes.-se
burló él con aquella mueca que debía ser su sonrisa.
-
¿Quién te dice que se lo voy a dar?-le soltó ella con
rabia, pues sus comentarios agrios empezaban a molestarle.-Es un huevo
peligroso, así que estaría bien que Myrtle aprendiera a no chivarse. Quizá
escarmiente si por casualidad un huevo que incubaba en la mochila se abriera y
se encontrara con una criatura espeluznante…
-
Y que otras personas aprendieran a no juzgar por las
apariencias también estaría bien.-añadió él que volvía a mirar la hoja y a
escribir con desinterés.
Encorvó los labios hacia un lado y aspiró por la nariz.
-
Mira, si fueras más simpático te pediría disc…
-
No quiero disculpas de alguien como tú.-le interrumpió
diciendo aquello con claridad. Encima le molestaba aún más que casi siempre que
le hablara ni siquiera le dirigiera la mirada.
Se medio alzó de la silla, mirándole.
Sino fuera porque la rabia acumulada en ese momento la
sentía hacia las estúpidas gemelas por lo que le habían hecho aquella tarde,
ahora habría cogido la varita y le hubiera retado a un duelo. O lo que es lo
mismo, le habría dejado papilla en el suelo de aquel despacho. Pero no tenía
ganas, no tenía ganas de nada más que de encontrar la manera para devolvérsela
a esas arpías.
-
Bien.-aseveró con un gesto de indiferencia y se volvió
a sentar correctamente, volviendo su concentración (o al menos intentándolo) a
aquellos aburridos papeles.
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